Galáctico
Las plataformas, un género accesible para todo el mundo, de inmersión instantánea sin preámbulos, en el que la imaginación gobierna en un mundo abstracto que pondrá a prueba nuestras habilidades. Estas premisas se cumplen en los mayores exponentes del género y diferencian a un gran título como Mario Galaxy de un pestiño infumable como Mario Sunshine.
Tras un año de absoluta sequía llega el título que justifica la compra de Wii, o mejor dicho, que OBLIGA a tener la consola de Nintendo. Partiendo de Mario 64 e incorporando el control de Wii, la evolución natural de la serie pasaba por un título que ofreciera completa libertad, que desafiara incluso a la fuerza de la gravedad, poniendo patas arriba los conceptos fundamentales del género. ¡Mario se aleja por primera vez de las praderas del Reino Champiñón y se dispone a explorar la galaxia!
Primera toma de contacto, 10 segundos de juego, control perfecto. La combinación Wiimote+Nunchako se convierte en una extensión de nuestras manos, el tacto del plástico desaparece, las acciones habituales resultan innatas, la inmersión es total y el mover el puntero por la pantalla para recoger polvo estelar resulta tan simple como sorprendentemente efectivo. Y para terminar de rizar el rizo, ¡la cámara no se convierte en un obstáculo, podemos olvidarnos de realizar ajustes!
La gravedad juega un nuevo papel decisivo en Galaxy, cambiando por completo el estilo de juego al que estamos acostumbrados. Se terminó el precipitarnos al vacío (salvo excepciones), ahora si saltamos demasiado daremos la vuelta al escenario (planeta), a modo de satélite, y descubriremos nuevas zonas. Resulta habitual encontrarnos con Mario del revés, al principio cuesta de creer, incluso nos cuestionamos si Nintendo ha perdido los papeles. Es en el preciso instante que saltamos de un planeta a otro, cambiando de campo gravitatorio y observando como nos plantamos en aquella zona que en otro juego resultaría inaccesible, cuando Mario Galaxy cambia para siempre nuestra percepción del género.
Pero no todo son pequeños astros, también encontraremos fases de considerables dimensiones, todas ellas con un diseño sublime, variado e imaginativo a más no poder (el mundo de los juguetes es magistral), con sus propias reglas, enemigos y sus melodías características (la banda sonora de Galaxy es otro de sus puntos fuertes). El elevado número de fases viene a ser una virtud, pero también un defecto. La mayoría son lineales en exceso y el encontrar una estrella (el objetivo habitual) se convierte en una tarea demasiado rápida y sencilla, se echa en falta algo más de exploración, aunque nunca nos cansaremos de rejugarlas. La inexistente dificultad también tiene parte de culpa, Galaxy resulta demasiado fácil de principio a fin, mientras que en Mario 64 teníamos que sudar para lograr las 120 estrellas, aquí es un paseo.
Contamos con nuevos trajes para lograr nuestro objetivo, demasiados, y la mayoría no reciben el uso necesario, pero hay algunos con resultados realmente efectivos (y espectaculares) y otros que ya son un clásico instantáneo, como Mario abeja.
Pese a contar con un aspecto técnico más que correcto, la Gran N demuestra sobradamente con Galaxy que para moldear una joya no son necesarios los motores de última generación con físicas ultrarealistas, los gráficos HD y toda la porquería next-gen que intentan inculcarnos. ¿No resulta significativo que un juego de un sistema técnicamente muy inferior a la "competencia" se encuentre a años luz del resto de títulos de este año?
Será muy complicado superar a Mario Galaxy, no puedo imaginar cual será el próximo paso del fontanero, tal vez podrían optar por realizar una secuela con nuevas galaxias (espero que no), o tal vez nunca lo superen. Tampoco me preocupa, en este momento podemos deleitarnos con uno de los mejores juegos de todos los tiempos, imprescindible, revolucionario, galáctico.